La desregulación en el sector bancario condujo al crecimiento de la fusión y absorción de instituciones financieras. Muchos pequeños bancos tuvieron que abandonar el mercado, mientras que los grandes se vieron más preparados para la competición global.
Efectivamente, el problema de la economía de Australia se convirtió en su ventaja. En los años 80 nadie pudo predecir que la demanda por la minería australiana iba a crecer.
Según Migunov, este crecimiento fue condicionado por el ascenso de una nueva potencia económica que se ubicaba al lado de Australia: China. Las primeras señales del crecimiento económico del gigante asiático fueron registradas tras las reformas aplicadas por el entonces máximo líder de la República Popular China (1978-1997), Deng Xiaoping.
En aquella época, Pekín, con su economía en alza, necesitaba cada vez más recursos y el país que estaba al lado podía satisfacer con creces su demanda. Las grandes corporaciones australianas como BHP Billiton y Rio Tinto Group se aprovecharon del 'boom' chino y cubrieron con minas, pozos y torres petroleras de perforación una considerable parte del territorio australiano que anteriormente estaba desierto.
Además, China nunca experimentó recesiones en comparación con EEUU, Europa y Japón. Incluso ahora, la economía ralentizada del país asiático crece entre un 6 y 7% por año, al tiempo que absorbe más de la tercera parte de las exportaciones australianas.
Entre otros factores que podrían contribuir a la continuidad de la economía australiana se destaca la inmigración. En 1989, Australia tenía tan solo 17 millones de habitantes; no obstante, ahora esta cifra supera los 24 millones.
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